Si tu hermano peca, repréndele; si se arrepiente, perdónale.
En toda convivencia se dan tensiones y conflictos. Son inevitables porque somos diferentes. Y cuanto más se prolonga la convivencia, las diferencias alcanzan mayor relieve. Jesús no da recetas para evitar conflictos, ya que son inevitables; sà que nos da la receta para afrontarlos. La clave es la fe: la fe-confianza. Como dice santa Teresita, la confianza, y nada más que la confianza, puede conducirnos al Amor.
Los apóstoles dijeron al Señor: Auméntanos la fe.
Cuando un leproso le pide: Señor, si quieres puedes limpiarme, Él le toca y le cura (Lc 5, 13). Pero cuando los apóstoles, dándose cuenta de lo maravilloso de la fe, le piden que se la aumenten, Él les deja con la miel en los labios recalcando la excelencia de la fe. ¿Por qué Jesús no atiende la súplica de sus amigos? Porque, aunque el EspÃritu obra con absoluta libertad, lo normal es que conceda una fe abundante solamente cuando el discÃpulo ha sido testigo de la cruz y de la resurrección de Jesús y las ha vivido en su propia carne.
De todos modos, ésta es una oración que deberÃamos repetir sin cansarnos: Señor, auméntanos la fe. Auméntanos la fe para creer que sÃ, que tu misericordia perdona y olvida toda ofensa; para creer que el amor regalado da siempre fruto, aunque no lo veamos; para creer que el mal y la injusticia no tienen la última palabra; para creer, contra toda evidencia, que el amor prevalecerá sobre toda monstruosidad humana.
Auméntanos también la fe, Señor, para no escandalizarnos por nada que veamos, aunque sea en personas de Iglesia. Auméntanos la fe para perdonar siempre, especialmente a quienes no han hecho nada para merecerlo.