13/12/2025 Santa Lucía (Mt 17, 10-13)
- Angel Santesteban

- hace 21 horas
- 2 Min. de lectura
Mientras bajaban de la montaña, Jesús les ordenó: No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de la muerte.
A pesar de la experiencia de la transfiguración en lo alto de la montaña, los discípulos no están preparados para hablar sobre Jesús; tampoco la gente para escucharles. Todos piensan en un mesianismo triunfalista.
Los discípulos le preguntaron: ¿Por qué dicen los letrados que primero tiene que venir Elías?
Los discípulos, siguiendo la enseñanza de sus maestros, no entienden que Elías no haya desempeñado el papel de precursor, tal como anunciado por Malaquías: Os enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible (Mal 3, 23). No entienden, porque interpretan la Palabra de Dios de forma literal. El Papa Benedicto dice: La Palabra de Dios nunca está presente en la simple literalidad del texto. Para alcanzarla hace falta trascender, y un proceso de comprensión que se deja guiar por el movimiento interior del conjunto y por ello debe convertirse también en un proceso vital.
Así interpreta Jesús la Escritura. Para Él, la figura de Elías está encarnada en el Bautista que, con su pasión, anticipa la de Jesús. Porque, y esto tenemos que tener muy claro, todo se explica desde Jesús, muy especialmente desde el misterio pascual: El Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos. Él es el punto de referencia, Él quien da consistencia a toda la Escritura y a toda la creación.
Jesús invita a trascender la literalidad; y el pasado: Pasó lo viejo, todo es nuevo (2 Cor 5, 17). Las promesas de Dios superan todo literalismo y toda expectativa. La lectura de la Palabra, dice un autor, no debe ser arqueológica sino profética.
Comentarios