Pedro propone a la asamblea la sustitución de Judas. Propone elegir a uno de los que anduvieron con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús convivió con nosotros, para que sea con nosotros testigo de su resurrección. Los ciento veinte hermanos de la asamblea presentan dos candidatos. José parece tener más papeletas; por ser el primero y por apodarse Justo. Pero, después de orar, les repartieron suertes y le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles.
Lo que os mando es que os améis unos a otros.
La señal de identidad del cristiano es el amor, y nada más que el amor: En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros (Jn 13, 35).
A vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
Si su amor de salvación es para todos, su amor de amistad es para unos pocos. Elige a los que quiere: No sois vosotros los que me habéis elegido; soy yo quien os he elegido. El sello de su amistad es la fe. Fe que nos lleva a poner toda nuestra confianza en Él, fuera de nosotros mismos.
Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado.
Amar como ama Cristo significa ponerse al servicio de los hermanos, tal como hizo Él al lavar los pies de los discípulos. Significa salir de uno mismo, desprenderse de las propias seguridades humanas, de las comodidades, para abrirse a los demás, especialmente a quienes tienen más necesidad. Significa ponerse a disposición con lo que somos y lo que tenemos. (Papa Francisco).
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