14/09/2025 Exaltación de la Santa Cruz (Jn 3, 13-17)
- Angel Santesteban
- hace 2 horas
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Como Moisés en el desierto levantó la serpiente, y si una serpiente mordía a uno y éste miraba la serpiente de bronce, quedaba sano (Nm 21, 9). Así ha de ser levantado el Hijo del Hombre, de modo que cuando yo sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí (Jn 12, 32).
Tanto amó Dios al mundo, que entrego a su Hijo único. Y este Hijo único, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo (Jn 13, 1). Hasta el extremo de la cruz. Este amor de Dios es el verdadero big-bang del universo. Es un amor que no tiene un ¿por qué? Ya que es totalmente gratuito. Unos pocos, gracias a la fe, somos conscientes de esto; muchos, la mayoría, no lo son. Aunque al final, como dice san Pablo, al nombre de Jesús toda rodilla se doblará en la tierra y en los abismos, y toda lengua confesará que Cristo Jesús es SEÑOR para gloria de Dios Padre (Flp 2, 10-11).
La cruz es el motivo principal de la creación. Es en la cruz donde Dios manifiesta de la manera más espectacular su amor por todas sus criaturas. La cruz, con Jesús en ella. Ni cruz sin Jesús, ni Jesús sin cruz.
Si tanto somos amados, seremos bobos si vivimos preocupados por nuestro futuro. Seremos absolutamente bobos, porque nada ni nadie puede separarnos de semejante amor. Tampoco el pecado, ya que donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia (Rm 5, 20). Así que cuando nuestro espíritu es emponzoñado por cualquier tipo de serpiente, miramos al Crucificado y quedamos sanos.
El Papa Francisco decía que desde la altura de la cruz podemos ver nuestra vida y la historia de nuestros pueblos de un modo nuevo. Los brazos extendidos de Jesús son el tierno abrazo con el que Dios quiere acogernos. Nos indican el camino, el camino cristiano. Es el camino del amor humilde, gratuito, universal, sin condiciones y sin ‘peros’.
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