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15/10/2024 Santa Teresa de Jesús (Jn 4, 5-15)

Si conocieras el don de Dios.

La escena de Jesús con la mujer samaritana y el diálogo entre los dos nos ofrecen una visión magnífica de lo más íntimo del corazón de Jesús. Nos muestra el anhelo de Jesús por hacer feliz a aquella mujer samaritana que tanto y tan equivocadamente había buscado la felicidad. Nos muestra también lo poco que le afecta a Jesús el pecado fruto de la fragilidad humana, en contraste con lo mucho que le afecta el pecado fruto del orgullo.

Quince siglos más tarde, otra mujer, Teresa de Jesús, disfrutará contemplando esta escena. En el libro de la Vida escribe: ¡Qué de veces me acuerdo del agua viva que dijo el Señor a la Samaritana! Desde niña soy muy aficionada a ese Evangelio. Y suplicaba muchas veces al Señor me diese aquel agua; y la tenía dibujada donde yo estaba con este letrero: Señor, dame de esa agua (V 30, 19).

 

Jesús dice a la Samaritana: Si conocieras el don de Dios. ¿Qué quiere decir eso del don de Dios? Exactamente lo que Jesús había dicho poco antes a Nicodemo: Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único (Jn 3, 16). El don de Dios es la persona que aquella Samaritana tiene ante sus ojos.

La Samaritana, a pesar de su vida poco ejemplar ya que ha tenido cinco maridos y el hombre con el que vive no es su marido, vivió la experiencia del don de Dios. Por eso que dejando su cántaro, corrió a la ciudad. Es decir, deja su vida pasada y se convierte en apóstol de Jesús ante sus paisanos.

Teresa de Jesús se identificó mucho con la Samaritana; le profesaba gran devoción. Dice: Muchas veces he pensado en aquella santa Samaritana. Cuán bien habían rendido en su corazón las palabras del Señor, pues deja al mismo Señor para que ganen y se aprovechen los de su pueblo (Cp 7, 6).

Todos estamos llamados a conocer el don de Dios y disfrutar la vida porque, como dice Jesús, Él ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia.

 

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