Cada árbol se conoce por su fruto… El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo.
Sorprendentes palabras de Jesús. ¿No dice en otra ocasión: Si vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos…? ¿No dice también que, separados de Él, no podemos hacer nada? ¿Cómo es que ahora habla de buenos y de malos? La verdad es que todos somos malos. Pero todos podemos convertirnos en buenos y agradables a Dios si entramos en la senda de la humildad o verdad, ya que así dice el Señor: Pongo mis ojos en el humilde y abatido que se estremece ante mis palabras (Is 66, 2).
Quien viene a mí, y me oye, y hace lo que digo, se parece a uno que iba a construir una casa: cavó, ahondó y colocó un cimiento sobre la roca.
Son dos los constructores. El necio construye sobre arena y el sensato sobre roca. Son dos los que escuchan la Palabra de Dios. Al necio le resbala la Palabra de Dios, mientras el sensato se empapa de ella. Quien construye sobre arena representa al cristiano que depende demasiado de tradiciones y costumbres. Quien construye sobre roca representa al cristiano que cimenta su vida sobre la roca de la Palabra. Sin esta premisa, una vida cristiana puede ser piadosa y correcta, pero nunca es sólida; no será capaz de afrontar las indiferencias y hostilidades del entorno con el temple con que las afrontaba Jesús. Igual que el bebé recibe vida mamando del pecho de mamá, así el cristiano recibe vida mamando del pecho de Jesús que son los Evangelios.
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