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17/07/2023 Lunes 15 (Mt 10, 34 - 11, 1)

No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No vine a traer paz, sino espada.

Es el final del discurso misionero de Jesús. Discurso dirigido a todo discípulo, a todo creyente. ¿Cómo entender estas palabras cuando en otro momento Jesús nos dice: La paz os dejo, mi paz os doy? La respuesta a esta pregunta la encontramos, por ejemplo, en el joven rico que se marchó triste, sin paz, por no haber sabido manejar la espada y haber cortado los lazos que le ataban a sus riquezas. Encontramos también otra respuesta en Nicodemo, el hombre correcto y piadoso que encuentra dificultades para entender que es necesario cortar cordones umbilicales para comenzar una vida nueva.

Somos reacios a lo novedoso; especialmente cuando estamos satisfechos con nuestra vida. El vino nuevo no puede ser contenido en odres viejos. No es posible la nueva vida sin romper con viejas rutinas y costumbres por muy santas que parezcan. No es posible la nueva vida sin romper con nuestras seguridades materiales o emocionales.

La espada de la que habla Jesús no es un arma de acero; es la espada de doble filo que es la Palabra, que es Él mismo. La persona de Jesús debe relativizar todo otro valor, y todo otro afecto por santo que sea. Todo lo que no sea Él debe pasar a un segundo plano; incluso la propia vida: Quien pierda la vida por mí, la pondrá a salvo (Lc 9, 24).

Comenta el Papa Francisco: Vivir para sí mismos, o vivir para Dios y para los demás; hacerse servir, o servir; obedecer al propio yo, u obedecer a Dios. He aquí en qué sentido Jesús es signo de contradicción.

1 comentario

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1 Comment


José María Ustárroz Cuadra
José María Ustárroz Cuadra
Jul 17, 2023

En este evangelio Jesús no utiliza parábolas; su lenguaje es explícito, tal vez, no quiere que interpretemos nada. Yo mi espada la manejo muy mal. Me cuesta mucho cortar mis seguridades. Me encuentro un poco como Nicodemo y el joven rico. En esta mi debilidad y mi pobreza le pido a Él que actúe y que maneje mi espada, y que sólo Él corte y corte; yo solo no puedo.

¡Gloria a Dios!

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