17/07/2025 Jueves 15 (Mt 11, 28-30)
- Angel Santesteban
- hace 22 minutos
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Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Estas palabras las dirige Jesús a los cansados y agobiados; es decir, a todos. Porque todos sabemos de cansancios y agobios en algunos momentos oscuros y amargos de la vida.
Venid a mí. Para acercarnos a él necesitamos en primer lugar el silencio; necesitamos huir de ruidos, especialmente los internos. Hecho el silencio, abrimos las ventanas del alma a su Palabra, porque viva es la palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada de doble filo. Penetra hasta la división entre alma y espíritu, articulaciones y médulas, discierne sentimientos y pensamientos del corazón (Heb 4, 12).
Los que estáis cansados y agobiados, por la razón que sea. Cuando así nos encontramos, contemplemos al Jesús cansado y agobiado en el huerto de los Olivos. Con tan buen amigo presente, con tan buen capitán que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir: Él ayuda y da esfuerzo; nunca falta; es amigo verdadero (Santa Teresa).
Y yo os aliviaré. Nunca dice que hará desaparecer cansancios y agobios; solamente que nos aliviará. Como el Padre le alivió en Getsemaní, dándole fortaleza para afrontar la cruz.
Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas.
Buscamos el descanso en unas vacaciones lejos de las ocupaciones y preocupaciones de la vida diaria. No olvidemos que para un verdadero descanso necesitamos vivir conectados con Dios, el mejor amigo de la mejor vida. De lo contrario, volveremos de las vacaciones y las cosas seguirán como antes. El alivio está permanentemente presente en la vida de quien vive a la sombra de Jesús.
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