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17/10/2024 San Ignacio de Antioquía (Lc 11, 47-54)

¡Ay de vosotros que edificáis mausoleos a los profetas a quienes mataron vuestros padres!

Estas duras palabras van dirigidas a los dirigentes de la religión judía, los fariseos y los maestros de la ley. Las pronuncia, como nos ha dicho antes el Evangelista, sentado a la mesa de un fariseo que le había invitado a comer en su casa (v 37). ¡Tanta es la repugnancia de Jesús ante aquella religiosidad, escrupulosa en el cumplimiento de leyes y ritos de menor importancia, pero negligente con los prójimos!

Fariseos y maestros de la ley han llegado a ideologizar, por tanto a politizar y manipular la religión en beneficio propio. ¡Qué difícil maridar Evangelio y política! A la política le encanta cerrar puertas y denigrar al que piensa distinto. Y la puerta de la misericordia que es el Evangelio tiene siempre rostro amable y está siempre abierta a todos. El Papa Francisco dice que cuando un cristiano se convierte en discípulo de la ideología, ha perdido la fe y ya no es discípulo de Jesús.

Ay de vosotros, maestros de la ley, porque os habéis guardado la llave del saber. Vosotros no habéis entrado y a los que iban a entrar se lo habéis impedido.

No hay peor tiranía que la que se reviste de autoridad divina; como lo hacían aquellos fariseos y maestros de la ley.

Pero será saludable mirar tanto a nuestro entorno como a nosotros mismos; y hacerlo con verdad y con compasión. Porque la historia se repite ya que todos estamos hechos del mismo barro, todos con los mismos demonios, todos con los mismos pecados capitales. Todos sufrimos un déficit de lo fundamental del seguidor de Jesús: la compasión y la misericordia.

 

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