18/05/2025 Domingo 5º de Pascua (Jn 13, 31-35)
- Angel Santesteban
- hace 2 días
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Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis los unos a los otros.
Al doctor de la ley que había preguntado por el mandamiento más importante, Jesús le había respondido que el amor a Dios y al prójimo: No existe otro mandamiento mayor que éstos (Mc 12, 31). Ahora, en el momento culminante de su vida, cuando se despide de los discípulos y les deja su testamento, establece que el mandamiento más importante es otro: Amaos como yo os he amado. Lo refrenda, además, añadiendo que todos conocerán que somos discípulos suyos si nos tenemos amor los unos a los otros. Jesús no nos pide que le amemos a Él como Él nos ama. Nos pide, sí, que le miremos como modelo y fuente del amor a los demás. Si antiguamente el punto de referencia estaba en uno mismo: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, ahora el punto de referencia está en Jesús: Como yo os he amado. Entendemos lo que esto significa contemplando al crucificado. Por eso que elementos tan importantes de la vida cristiana, como el culto, la doctrina o las devociones, tienen valor solamente si expresan o estimulan el amor a los demás.
Necesitamos encender el amor cada día. ¿Cómo hacerlo? El Señor nos lo facilita cuando pone estas palabras en nuestros labios: Danos hoy nuestro pan de cada día. Nos acercamos a la fuente del amor convencidos de nuestra impotencia y confiando en que con Él todo es posible. Fundamentamos en Él toda relación. Necesitamos un día sí y otro también que el Señor nos saque de nosotros mismos para colocar al prójimo en el centro de nuestra existencia.
El Papa Francisco comenta: Porque somos amados, tenemos la fuerza de amar. Así como yo soy amado, puedo amar. Siempre, el amor que yo doy está unido al amor de Jesús por mí: Así como Él me ha amado, así puedo yo amar.
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