18/10/2025 San Lucas, Evangelista (Lc 10, 1-9)
- Angel Santesteban
- hace 13 horas
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La mies es abundante pero los braceros son pocos. Rogad al amo de la mies que envíe braceros a su mies.
Celebramos la fiesta de san Lucas, compañero de Pablo, autor del tercer Evangelio. Esta celebración nos invita a ahondar en nuestra vocación de cristianos. Porque ser evangelista no es una vocación especial; es, sencillamente, una dimensión de la vocación cristiana. Igual que el sol irradia luz y calor, los cristianos estamos llamados a ser luminarias en nuestro mundo. Cuando Jesús nos dice que pidamos al dueño de la mies que envíe braceros a su mies, nos pide, en primer lugar, que nosotros mismos seamos evangelizadores y misioneros: Vosotros sois la sal de la tierra; vosotros sois la luz del mundo (Mt 5, 13-14).
No llevéis bolsa ni alforja ni sandalias.
El camino del cristiano-evangelista es el de Jesús: el camino de la pobreza. Somos pobres, sin vivir apegados a nada, cuando nuestra verdadera riqueza es Jesús. Somos pobres, además, porque somos hombres y mujeres limitados y pecadores, necesitados frecuentemente de comprensión y perdón.
Si hay allí gente de paz, descansará sobre aquella casa vuestra paz. De lo contrario, tornará a vosotros.
Toparemos con circunstancias adversas y con personas hostiles. Las armas para afrontar esas situaciones serán las de Jesús: la paciencia y la mansedumbre. Jesús no pretendió imponerse a nadie por la fuerza. Ni quiere que sus enviados hagamos proselitismo fanático.
Sanad a los enfermos y decidles: Ha llegado a vosotros el reinado de Dios.
Daremos lo que tenemos dentro. Hablaremos de lo que hemos visto y oído. Nuestra tarea, como la de Jesús, será la de liberar y salvar. Lo que sea poner cargas o crear ataduras, será una adulteración del mensaje de salvación.
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