19/09/2025 Viernes 24 (Lc 8, 1-3)
- Angel Santesteban
- hace 2 horas
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Le acompañaban los Doce y algunas mujeres.
A tres de ellas las conocemos por nombre: María Magdalena, Juana y Susana. Pero había otras muchas que les atendían con sus bienes.
Uno de los méritos del Evangelio de Lucas es su feminismo; sigue los pasos de Jesús. Jesús, que supo inculturarse haciéndose como nosotros, supo también romper moldes. Si para aquella sociedad, la dicha de una mujer consistía en un vientre fecundo y unos pechos capaces de amamantar, para Jesús, la dicha de una mujer consiste, como para el varón, en escuchar la Palabra de Dios y cumplirla (Lc 11, 27-28). Si para aquella sociedad, la tarea principal de la mujer eran las faenas del hogar, para Jesús María de Betania eligió la mejor parte (Lc 11, 42). Las mujeres son presentadas como modelos de fe y de generosidad.
San Pablo, que en la práctica no fue tan atrevido como Jesús para romper moldes, en teoría lo tenía claro: Ya no hay distinción entre varón o mujer ya que en Cristo todos vosotros sois uno en Cristo Jesús (Gal 3, 28). Desde aquí debe partir la reflexión sobre el papel de la mujer en la Iglesia: En un solo Espíritu hemos sido bautizados…, y todos hemos bebido de un solo Espíritu (1 Cor 12, 13).
Jesús inaugura una nueva manera de entender y vivir la realidad del ser mujer. El significado más profundo del ser mujer no está supeditado a un esposo o a unos hijos. Su referencia suprema, como para el varón, es Dios. La mujer es el rostro femenino de Dios. Tan imagen de Dios la mujer como el varón: Creó Dios al ser humano a su imagen, hombre y mujer los creó (Gn 1, 27).
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