19/10/2023 Jueves 28 (Lc 11, 47-54)
- Angel Santesteban
- 18 oct 2023
- 2 Min. de lectura
¡Ay de vosotros, los legistas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido.
Es el lamentable resultado de poner la letra por delante del espíritu; la ley en el lugar de Dios. La persona contaminada de mentalidad farisea llega a creerse en posesión de un alto conocimiento de Dios; llega a creerse agradable a Dios; llega a creerse mejor que otros. Como el fariseo de la parábola: Oh Dios, te doy gracias porque no soy como el resto de los hombres, ladrones, injustos, adúlteros…
El conocimiento de Dios de la persona contaminada de espíritu fariseo es un conocimiento intelectual y frío, que no favorece la relación cordial con Dios o los prójimos. La persona así contaminada centra su religiosidad en las normas y prácticas religiosas. La persona así contaminada amortaja y momifica la Palabra de Dios y se hace obsesivamente narcisista.
Nada que ver con el conocimiento de Dios que nos desea Pablo: Arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con todos los santos la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo que excede a todo conocimiento y os llenéis de toda la plenitud de Dios (Ef 3, 17-19).
Nada que ver con el conocimiento de Dios del que habla Teresa de Ávila desde su experiencia: Quisiera yo traer siempre delante de los ojos el retrato e imagen de Jesús. Tengo claro que si queremos contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes, quiere sea por manos de esta Humanidad sacratísima. Por esta puerta hemos de entrar si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos. Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes.
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