Le acompañaban los Doce y algunas mujeres que había sanado de espíritus inmundos y de enfermedades.
El Evangelio de hoy es una agradable sorpresa: ¡tantas mujeres acompañando a Jesús! El Evangelista, después de darnos los nombres de tres de ellas, concluye: Y otras muchas que les atendían con sus bienes. Los Evangelistas usan un lenguaje inclusivo; lo de discípulos incluye a hombres y mujeres. En ocasiones usan un lenguaje casi ofensivo, como cuando dicen: sin contar mujeres y niños (Mt 14, 21). Lucas, no siendo de cultura judía, es el Evangelista más feminista.
La cultura judía establece entre el hombre y la mujer una gran distancia ya que ve en la mujer una fuente de impureza. Jesús no comparte esa mentalidad. Ellas están junto a Él desde el principio; no le abandonan en momentos comprometidos; son las primeras testigos de la Resurrección. Jesús no las ve como simple receptoras de su mensaje, sino como protagonistas de su misión. La igualdad caracteriza al grupo de Jesús.
Cuando la mujer entusiasta de Jesús grita: Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron, Jesús responde: Dichosos más bien los que cumplen la Palabra de Dios y la cumplen (Lc 11, 27-28). Un autor actual escribe: La grandeza y la dignidad de la mujer, lo mismo que la del varón, arranca de su capacidad para escuchar el mensaje del reino de Dios y entrar en él.
Jesús aprovecha las ocasiones que se le ofrecen para presentar a la mujer como modelo de fe y de entrega: la viuda pobre, la que sufre hemorragias, la cananea, la Magdalena… En nuestra Iglesia, santa y pecadora, nos queda camino por recorrer hasta que la mujer ocupe el lugar que le corresponde.
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