¿Qué buscáis?
Juan Bautista, al ver pasar a Jesús, ha dicho a sus discÃpulos Andrés y Juan: Ahà está el Cordero de Dios. Ellos han seguido a Jesús. En silencio. Hasta que Jesús les hace la pregunta: ¿qué buscáis? Pregunta parecida a la que hará a MarÃa Magdalena el dÃa de la Resurrección. Parecida, pero no idéntica. A Magdalena le preguntará: ¿A quién buscas? Es la gran diferencia entre principiantes y adelantados. Los primeros buscan qués: santidad, virtud, salvación… Los segundos buscan al quién: Jesús.
RabÃ, ¿dónde vives? Venid y ved.
Es el primer encuentro; el gran descubrimiento. Andrés y Juan quedan impresionados. Tanto que cuando Andrés encuentre a su hermano Pedro le dirá: ¡Hemos encontrado! Lo mismo dirá Felipe a Natanael: ¡Hemos encontrado! Comenta el Papa Francisco: Quedaron conmovidos por la figura de Jesús, entusiasmados, e iban corriendo y lo decÃan a los amigos: ¡Hemos encontrado al MesÃas! La alegrÃa se les escapa por los ojos.
Uno de los discÃpulos, Juan, nos contará a todos lo que encontró aquel dÃa en torno a la cuatro de la tarde: Lo que existÃa desde el principio, lo que hemos oÃdo, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca de la Palabra de vida, os lo anunciamos para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Os escribimos esto par que nuestro gozo sea completo (1 Jn 1, 1-4).
¡Lo hemos encontrado!
¿Se nos escapará la alegrÃa por los ojos también a nosotros los que decimos haber encontrado a Jesús? ¿Verán los que viven junto a nosotros que hay en nuestra vida alguien que la llena de luz y de dedicación a los demás?