Por entonces sucedió que unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el rey de los judÃos recién nacido?
Para muchos de nosotros ésta ha sido la página evangélica más conocida y querida durante nuestra niñez. Tiene que ver, claro está, con las cartas que escribÃamos a los Magos y los regalos que recibÃamos.
Ahora, ya adultos, debemos aprender a leer y saborear estos relatos del capÃtulo segundo de Mateo con una mente abierta. Tengamos en cuenta que el Evangelista supedita la historia a la identidad y a la misión de Jesús. La estampa de los Magos rindiendo homenaje a Jesús esclarece la antigua profecÃa: Que se postren ante Él todos los reyes y que todos los pueblos le sirvan (Salmo 72, 11). El Papa Benedicto escribe: Los Magos de Oriente representan a la humanidad cuando emprende el camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre toda la historia. Podemos añadir que los Magos representan a todos los que salen en busca de Jesús dejándolo todo. Como los Magos, también ellos conocerán una inmensa alegrÃa al experimentar la salvación que nos trae el niño de MarÃa.
Al oÃrlo, el rey Herodes comenzó a temblar, y lo mismo que él toda Jerusalén.
Los habitantes de Jerusalén son gente piadosa; su vida entera gira en torno al templo. Pero no se enteran; tienen que ser unos forasteros quienes les revelen que aquel a quien esperan ya está entre ellos. Nada cambiará en sus vidas; continuarán enganchados a la cómoda monotonÃa de su rutina.
Esta fiesta de la EpifanÃa del Señor es una invitación a no vivir una piedad anestesiada; a tener, como los Magos de Oriente, mentes y corazones muy abiertos. El Papa Francisco comenta: Los Magos de Oriente tenÃan el corazón abierto al horizonte y lograron ver lo que el cielo les mostraba porque habÃa en ellos una inquietud que los empujaba: estaban abiertos a una novedad. De este modo expresan el retrato del hombre creyente, del hombre que tiene nostalgia de Dios; del que añora su casa, la patria celeste. Reflejan la imagen de todos los hombres que en su vida no han dejado que se les anestesie el corazón.