Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: Si quieres, puedes limpiarme.
Hace pocos dÃas contemplábamos este mismo episodio en la versión de Lucas. Hoy nos lo ofrece Marcos. La ley de Moisés, en el fondo por razones de salud pública, establecÃa que a los leprosos se les aislase y nadie entrase en contacto con ellos. Pero la fe del leproso, y la actitud de Jesús de poner al hombre por encima de la ley, superan toda barrera.
Si quieres, puedes limpiarme. Es una hermosa oración; serena, sin urgencias. Es una oración que todos debemos hacer nuestra, porque todos estamos aquejados de distintos tipos de lepras que nos hacen repulsivos ante otros y ante nosotros mismos: orgullos, egoÃsmos, adicciones...
Jesús tuvo compasión de él y le tocó con la mano. El sentido común humano dice que hay que andar con cuidado ante el mal para no vernos afectados. El sentido común de Jesús le pide actuar sin miedos ante cualquier mal, porque todo mal lo tiene muy feo ante Él. El Papa Francisco comenta: Jesús nos propone asà saber acoger a los excluidos, y ser capaces de normalizar la vida de las personas que por cualquier circunstancia la hubieran perdido. Recurrir a las normas para no atender al necesitado es rechazar la compasión y la misericordia como norma de vida.
Mira, no digas nada a nadie.
El exÂ-leproso está tan entusiasmado con Jesús que cree hacerle un buen servicio olvidando sus palabras y aclamando su poder y su bondad. Las emociones humanas, también el fervor religioso, deben ser iluminadas y reguladas por la palabra de Jesús.