Entró otra vez en la sinagoga.
Es el último de los cinco episodios en los que Marcos nos ofrece el conflicto entre fariseos y Jesús. Hasta hoy han sido ellos los provocadores. Jesús está harto de ellos. Ahora es Él quien contraataca.
Estaba allà un hombre que tenÃa la mano paralizada.
Buen icono de la religiosidad farisea; de su incapacidad para extender la mano, para un corazón abierto, para un espÃritu receptivo y amable. Tienen manos y corazones petrificados.
Dijo Jesús al hombre de la mano paralizada: Levántate y ponte en medio.
El hombre en el medio. Todo el interés del Creador está centrado en el hombre. Todo debe girar en torno a él. También el culto y la ley. Ponte en medio; vuelve a ocupar el lugar que te corresponde; recupera tu capacidad para relacionarte con todos sin quedarte cerrado en ti mismo.
Y les preguntó a ellos: ¿Qué está permitido en sábado? ¿Hacer el bien o el mal?
Quien se contenta con no hacer mal a nadie, lo está haciendo muy mal. No salvar una vida es lo mismo que matar. Estamos supuestos a no trabajar los domingos; pero hacer el bien es el trabajo obligatorio de los siete dÃas de la semana. El domingo, dÃa de descanso, está hecho para disfrutarlo celebrando la alabanza, la acción de gracias; y para trabajar haciendo que otros lo disfruten.
Los fariseos salieron inmediatamente y deliberaron con los herodianos cómo acabar con Él.
Los fariseos representan la institución religiosa; los herodianos, la civil. Todos se confabulan para eliminar a Jesús. La autoridad, cuando entendida como poder y no como servicio, es conservadora; dentro y fuera de la Iglesia. Como Jesús y su Evangelio amenazan este tipo de autoridad, harán lo posible para eliminarlos.