Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor.
Los apóstoles han concluido la misión que Jesús les habÃa encomendado (6, 7). Han vuelto a Jesús y le han contado sus experiencias. Jesús ha decidido llevarlos a un lugar solitario para descansar un poco. Lo necesitaban: los que iban y venÃan eran muchos y no tenÃan tiempo ni para comer. Y cuando creen encontrar un respiro ven cómo la gente no les permite disfrutar de su vacación. Pero Jesús, en lugar de impacientarse, siente compasión por ellos.
Hoy en dÃa se habla mucho de empatÃa. ¿Es lo mismo que compasión? ¿Quizá la palabra empatÃa es más cientÃfica y clÃnica, mientras la compasión parece más cordial y sentida? Jesús vivÃa hondamente involucrado con la gente. Contemplando a este Jesús, vemos cómo ama Dios. Comenta el Papa Francisco: El Señor está siempre ahÃ, amando primero. Él nos espera, Él es la sorpresa. Nos espera para darnos el perdón, para abrazarnos, para decirnos: Hijo, hija, te amo. He dejado que crucificaran a mi Hijo por ti. Este es el precio de mi amor; este es mi regalo de amor.
Por eso Jesús se preocupa del bienestar también fÃsico de la gente. Y quiere que sus discÃpulos colaboremos: Dadles vosotros de comer. La solidaridad, la fraternidad, es la manera de formar parte del Reino y de construir el Reino: Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros como yo os he amado (Jn13, 34). Y todo lo demás, todo, viene después; mucho después. Al final, al atardecer de la vida, seremos examinados de eso; nada más que de eso.