Al pasar, vio a LevÃ, el de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: SÃgueme. Él se levantó y le siguió.
Ayer veÃamos cómo asÃ, sin más, sin pedir permiso a nadie, sanaba interiormente al paralÃtico. Luego, para probar que tenÃa poder para hacerlo, le sanaba de su parálisis. Hoy vemos cómo Jesús, con una autoridad soberana, llama a Levà y éste, como movido por un resorte, se levanta y le sigue. Bien sabÃa santa Teresa lo que decÃa al escribir: Este Señor nuestro es por quien nos vienen todas los bienes.
Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de LevÃ, muchos publicanos y pecadores estaban a la mesa con Jesús y sus discÃpulos.
Esta actitud de Jesús hacia los proscritos por la gente de bien, escandaliza a los escribas de los fariseos: ¿Es que come con los publicanos y pecadores? El Papa Francisco comenta: Las periferias sociales y existenciales son cita obligada para encontrarnos hoy con Cristo vivo. Esta práctica de la comensalidad abierta de Jesús es un escándalo para quienes se sienten expertos en Dios y presumen de tener vidas intachables. El Dios que nos revela Jesús no es un contable de méritos, sino pura gratuidad y desmesura.
Contemplo la escena. En primer plano, Jesús sentado a la mesa y disfrutando la compañÃa de los parias de la sociedad; en segundo plano, el grupo de los intachables, escandalizados por la conducta de Jesús. Contemplo la escena y trato de poner rostro y nombre a las personas con las que Jesús me pide sentarme a su mesa. No debo ir lejos; mi búsqueda debe comenzar entre mis relaciones más cercanas.