Los fariseos le dijeron: Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no es lÃcito?
Ayer se quejaban de que Jesús y los suyos no cumplÃan con las leyes del ayuno. Hoy, de que no cumplen con las leyes del sábado. Se han erigido en detectives de la ley. Creen que velando por su observancia cumplen con sus deberes religiosos. Están equivocados. Una religiosidad adusta y agria, por muy disciplinada que sea, no es de Dios. Sà que es de Dios la religiosidad gozosa de quien se abre y se da a los demás.
El Hijo del Hombre también es señor del sábado.
A los discÃpulos les impactó la frase. La recordaban y la transmitÃan tal como salió de los labios de Jesús. La frase resume las lecciones con las que les enseñó a relativizar leyes y costumbres, poniéndolas siempre al servicio de la ley suprema del amor al prójimo.
El Papa Francisco comenta: Jesús es pura disponibilidad y apertura al proyecto de Dios. Esa es la única seguridad que sostiene su vida. Por eso el origen de su libertad es la confianza y el saberse en manos de Abbá. Jesús denuncia las tradiciones y el culto religioso que ponen la observancia antes que la justicia y la misericordia. Por ello escandaliza a los fariseos de todos los tiempos, incluido al que podemos llevar en el propio corazón.
El Señor nos dice: La Verdad os hará libres (Jn 8, 32). Él es la suprema Verdad. De Él tenemos que aprender a ir por la vida sin buscar refugio en la madriguera de las leyes y las normas; una madriguera que sà ofrece cierta seguridad, pero que está muy lejos del EspÃritu de Jesús.