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21/04/2024 Domingo 4º de Pascua (Jn 10, 11-18)

  • Foto del escritor: Angel Santesteban
    Angel Santesteban
  • 20 abr 2024
  • 2 Min. de lectura

Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.

El capítulo 34 de Ezequiel comienza con un dolorido clamor de Dios contra los malos pastores: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! Pero pronto el clamor pasa a ser maravillosa promesa: Yo mismo cuidaré de mi rebaño y velaré por él. Jesús es el cumplimiento de la promesa: Yo soy el buen pastor. El buen pastor que toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres (Is 40, 11); el buen pastor que sale en busca de la oveja perdida hasta encontrarla (Lc 15, 4); el buen pastor que conoce a cada una de sus ovejas por su nombre; el buen pastor que da la vida por las ovejas; el buen pastor que ha venido para que todas sus ovejas tengan vida y la tengan en abundancia; el buen pastor que no permite que una sola oveja se pierda porque, cuando hayan sido sometidas todas las cosas a Él, entonces también Él se someterá a Aquel que ha sometido a Él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos (1 Cor 15, 28).

Tengo otras ovejas que no son de este redil; a ésas tengo que guiarlas para que escuchen mi voz y se forme un solo rebaño con un solo pastor.

Dice el Papa Francisco: El amor de Cristo no es selectivo; abraza a todos... Estas palabras dan fe de su inquietud universal: Él es pastor de todos. Jesús quiere que todos puedan recibir el amor del Padre y encontrar a Dios. Francisco no hace sino glosar a san Pablo: Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4). Y en la carta a los Romanos: Por mi vida, dice el Señor, ante mí se doblará toda rodilla, toda boca confesará a Dios (Rm 14, 11).

En verdad, el Señor es mi pastor, nada me falta (Salmo 23).

 
 
 

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