21/06/2025 San Luis Gonzaga (Mt 6, 24-34)
- Angel Santesteban
- 20 jun
- 2 Min. de lectura
No andéis preocupados.
Estas tres palabras resumen el Evangelio de hoy. Son como un estribillo que Jesús no se cansa de repetir. Con distintas variaciones, lo repite a lo largo de todo el Evangelio. Jesús nos invita a vivir tranquilos, sin preocupaciones; a vivir, como los niños, en la confianza. Confianza, y nada más que confianza. Confianza en la infinita misericordia de un Dios que ama sin límites y que lo ha dado todo en la Cruz de Jesucristo (Papa Francisco). Si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios la viste así, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?
Mirad las aves del cielo… Observad los lirios del campo.
Aprendamos a contemplar la naturaleza sentados junto a Jesús. Aprendamos a disfrutar las maravillas de la creación. Lo hacemos, evocando, por ejemplo el salmo 8: Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra. Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos. O el salmo 148: Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. O saboreando los versos de san Juan de la Cruz: Mi Amado, las montañas, - los valles solitarios nemorosos, - las ínsulas extrañas, - los ríos sonorosos, - el silbo de los aires amorosos.
A Jesús le encanta la naturaleza; le gusta contemplar el paisaje sentado en lo alto de una montaña. Le gusta hablar de gallinas, perritos, aves del cielo, flores del campo. Su mirada penetra en lo profundo de lo contemplado, sea pequeño o sea grande, sean cosas o sean personas.
Que sepamos encontrar en la naturaleza un espacio en el que sumergirnos. Es espacio de Dios que nos saca de nosotros mismos.
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