Los fariseos le dijeron: Mira, tus discípulos están haciendo en sábado una cosa prohibida.
Los fariseos lo tienen claro: estar a bien con Dios consiste en el cumplimiento escrupuloso de las leyes. Y se escandalizan ante quien, por el motivo que sea, las relativiza.
Si comprendierais lo que significa: misericordia quiero y no sacrificios, no condenaríais a los inocentes.
Jesús, argumentando desde las Escrituras, intenta hacer reflexionar y hacer entender que lo fundamental de la ley no es la letra escrita, sino el espíritu con que fue escrita y lo que con ella se pretende conseguir. Intenta ayudar a encontrar lo esencial del verdadero culto a Dios; intenta hacer ver que a Dios le complace más el servicio a los hombres que el servicio a Dios. Esto resulta escandaloso para la mentalidad farisea de ayer y de hoy.
Pero Jesús recurre también al argumento de su persona: Os digo que aquí hay alguien mayor que el templo… Porque el Hijo del Hombre es Señor del sábado. Este argumento carece de significado para los fariseos; les suena blasfemo. Para nosotros, discípulos de Jesús, el argumento de su autoridad personal es definitivo e incuestionable. Pero preguntémonos: ¿lo es de verdad? ¿No llegamos a veces a echar mano de piadosas argucias usando a Dios como escudo ante la impertinencia de los prójimos?
A propósito de las actitudes y las palabras de los fariseos, el Papa Francisco hace este comentario: Jesús no se deja condicionar por las personas obtusas que se escandalizan ante cualquier apertura, o ante cualquier caricia o actitud de ternura que no corresponda a su forma de pensar y a su pureza ritualista. Él quiere integrar a los marginados, salvar a los que están fuera del campamento.
Yo creo que no le tiene que gustar a Dios que le intentemos comprar con normas y sacrificios; es el Señor y no una mercancia. "MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIOS" ¡Qué mensaje más claro el de Jesús! ¡En aquel tiempo y en este tiempo también cuánta preocupación por el cumplimiento escrupuloso de la ley! ¡Cuánto juicio!¡Cuánto esfuerzo personal! ¡Cuántas veces nos apropiamos de la gloria de Dios!. Hay un solo Señor y tal vez tengamos que devolver a Dios la gloria que le hemos robado, porque "AQUÍ HAY ALGUIEN MAYOR QUE EL TEMPLO" que nos ama gratuitamente y quiere que acojamos su iniciativa y no la nuestra.
¡Gloria a Dios!