Vosotros venid aparte, a un paraje despoblado, a descansar un rato. Pues los que iban y venían eran tantos, que no les quedaba tiempo ni para comer.
Los Doce han vuelto satisfechos, muy satisfechos, de su primera misión. Todos se apresuran a contar a Jesús lo bien que les ha ido. Después de escucharles, Jesús les invita a unas breves vacaciones. Les viene bien el descanso. Así podrán verlo todo en una mejor perspectiva; así los árboles no les impedirán ver el bosque. Es imprescindible encontrar momentos de silencio y descanso para ser compasivos. Sin esos momentos, nos veremos zarandeados por el viento como hojas que caen de los árboles y nuestra vida girará en torno a nosotros mismos.
Admiramos la delicadeza de Jesús con los suyos. Hace unos días les decía y nos dice a todos: Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. Con la llegada del verano somos muchos los que suspiramos por unos días de vacaciones. Sentimos la necesidad de descansar, de desconectar de las ocupaciones que nos agobian. El Evangelio de hoy es muy vacacional; vemos cómo también Jesús siente la necesidad de vacacionar y de que sus discípulos se tomen sus vacaciones: Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco (Mc 6, 31). Pero la cosa no resultó como esperaban, porque…
Al desembarcar, vio un gran gentío y se compadeció, porque eran como ovejas sin pastor. Y se puso a enseñarles muchas cosas.
La prioridad de Jesús es el gran gentío que tiene delante. Tanto que se olvida de sus vacaciones. A Jesús le llega al alma el estado lamentable de la gente. Les ve como ovejas sin pastor. ¿Cómo vería hoy a nuestra sociedad? Exactamente igual; como ovejas sin pastor.
Quienes seguimos a Jesús tenemos que aprender de Él a ser compasivos y hacernos disponibles para lo que la gente necesite. Aprendamos de Él a no pensar tanto en nosotros mismos para buscar el bien de los demás.
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