top of page
Buscar

21/08/2020 San Pío X (Mt 22, 34-40)

Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

En tiempos de Jesús la religión judía estaba lastrada por siglos de tradiciones y formalidades. Tanto que, para muchos, lo más esencial quedaba desdibujado por lo menos esencial. Otro tanto se puede decir del cristianismo actual; en muchos, algo tan esencial como el amor al prójimo, ha quedado diluido detrás de un pietismo egocéntrico.

Comenta el Papa Francisco: No se puede amar a Dios sin amar al prójimo, ni amar al prójimo sin amar a Dios. El signo visible que el cristiano puede mostrar para testimoniar al mundo el amor de Dios, es el amor a los hermanos.

Jesús pone al mismo nivel los dos mandamientos; los hace inseparables. Tiene muy claro que quien se sabe amado por Dios, ama a Dios; así, desde ese amor, puede amar a los demás y puede amarse a sí mismo. Quien hace consistir lo religioso en ejercicios de piedad y en una correcta moralidad, no ha entendido el Evangelio y no es auténtico cristiano. Lo que importa es amar: Aunque reparta todos mis bienes y entregue mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve (1 Cor 13, 3).

¿Qué es lo primero que busco en mi fe? ¿Quizá busco, ante todo, el que mi fe me ayude a sentirme bien? Ese ANTO TODO es importante. Porque lo que tengo que buscar en mi fe, ante todo, es el que mis prójimos se sientan bien. Lo otro, el sentirme yo bien y todas esas cosas, se os darán por añadidura (Mt 6, 33).

0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comentarios


bottom of page