top of page

23/04/2025 Miércoles de la Octava de Pascua (Lc 24, 13-35)

  • Foto del escritor: Angel Santesteban
    Angel Santesteban
  • hace 4 días
  • 2 Min. de lectura

Aquel mismo día, dos de ellos iban a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén. Iban comentando todo lo sucedido.

Iban comentando; iban decepcionados: Nosotros esperábamos… Esperaban que Jesús fuese el tan esperado Mesías libertador. Pero cuando le ven colgado de la cruz, sus sueños se rompen, y regresan a su aldea. No es la primera vez que el grupo de seguidores de Jesús se rompe. Antes, cuando le oyeron decir que su carne es comida y su sangre bebida, muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con Él (Jn 6, 66). Entonces Jesús no hizo ningún esfuerzo por recuperar a sus discípulos; hoy sí.

Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona los alcanzó y se puso a caminar con ellos. Pero ellos tenían los ojos incapacitados para reconocerlo.

El camino de Emaús es el camino de todo seguidor de Jesús. Es camino de ida y vuelta: de la esperanza perdida a la esperanza recobrada, de la tristeza a la alegría. Mientras caminan, Jesús les enseña a leer la historia desde la Palabra de Dios: ¡Qué necios y torpes para creer cuanto dijeron los profetas!... Y comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que en toda la Escritura se refería a Él.

En el camino de Emaús, Cleofás y el otro, ¿quizá la mujer de Cleofás?, ilustran el itinerario de fe de todo discípulo. El principio suele ser entusiasta: Nosotros esperábamos. Luego llega la crisis porque las cosas no van como esperábamos. En medio de la crisis aparece Jesús que nos abre los ojos para entender las Escrituras. Es el momento fuerte del recorrido: culmina en la mesa eucarística y en el regreso a la comunidad.

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

Comentarios


© 2019 Carmelitas Descalzos de la Provincia de San Joaquín de Navarra

  • Facebook Black Round
bottom of page