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23/10/2024 Miércoles 29 (Lc 12, 39-48)

Sabéis que si el amo de casa supiera a qué hora iba a llegar el ladrón, no le dejaría abrir un boquete en su casa.

Sorprende el reparto de papeles en la parábola: para nosotros, el de amos de casa; para el Señor, el de ladrón. Claro que lo que de verdad importa no es la imagen usada, sino la intención de Jesús de urgirnos a vivir despiertos, bien despiertos, en todo momento.

Pedro le preguntó: Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?

Pedro es muy consciente de la gran diferencia entre el grupo de íntimos y las multitudes. Jesús mismo le había hecho ver esa gran diferencia poco antes: A vosotros se os ha dado a conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, solo en parábolas (Lc 8, 10).

Nosotros, los que pertenecemos al grupo de los íntimos gracias al regalo de la fe, corremos el riesgo de no sentirnos aludidos y pensar que la parábola está dirigida a los demás. Pero la verdad es que la parábola va dirigida muy especialmente a nosotros. Así nos lo indica Él con toda claridad en la última frase de este Evangelio:

A quien mucho se le confió mucho más se le exigirá.

Si en lo esencial todos hemos recibido lo mismo, en lo adicional unos hemos recibido más y otros menos. A quienes hemos recibido más fe, se nos pide más entrega. A quienes hemos recibido más fe, se nos pide más paz y más confianza, tanto para vivirlas y disfrutarlas yo mismo a nivel personal, como para irradiarlas y contagiarlas a los demás. ¿Cuánto se me ha confiado a mí? La respuesta depende de la hondura de mi fe.

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