Lo que Dios unió, no lo separe el hombre.
Los fariseos preguntan si le está permitido al marido separarse de su mujer; no se les ocurre preguntar si le está permitido a la mujer separarse de su marido. En aquella sociedad la mujer era un ser humano de segunda categoría. Este episodio, más allá de lo que Jesús piensa sobre el matrimonio y el divorcio, nos muestra a un Jesús firme defensor de la igualdad del hombre y de la mujer.
El matrimonio y el divorcio se viven y se entienden de muy distintas maneras. La idea de Jesús, que fue célibe, es muy clara. Se fundamenta en la idea del Creador: Dios, cuando creó el género humano, los hizo hombre y mujer. Por esta razón, dejará el hombre a sus padres, se unirá a su mujer y ambos llegarán a ser como una sola persona.
El matrimonio cristiano tiene poco que ver con el matrimonio civil. El matrimonio cristiano no tiene como punto de referencia la ley o el sentimiento. El punto de referencia del matrimonio cristiano es el amor de Jesús.
La idea de Jesús sobre matrimonio y divorcio no admite discusión para nosotros sus seguidores. Otra cosa será cómo abordamos los casos de tantas y tan penosas separaciones. Debemos hacerlo como lo haría Él: con actitud de acogida y comprensión. Que nadie se sienta rechazado, porque Él rechazaba el pecado pero acogía al pecador.
Cuán hermoso es el amor, cuán hermoso es el matrimonio, cuán hermosa es la familia, cuán hermoso es este camino. Pero también cuánto amor, y cuánta cercanía, también nosotros debemos tener con los hermanos y hermanas que en su vida tuvieron la desgracia de un fracaso en el amor (Papa Francisco).
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