top of page
Buscar

25/03/2025 Anunciación del Señor (Lc 1, 26-38)

El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

No habría cumplido todavía los veinte años. Normal que María se sienta estupefacta ante un anuncio tan inaudito como el que el ángel del Señor le acaba de hacer. A pesar de todo, no se alborota, no pierde el control de la situación, y es capaz de mantener un diálogo sereno con el enviado de Dios. Claro que a pesar de su serenidad, María está lejos de entender el misterio; pero confía en Dios y se pone a su entera disposición: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. Y la palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros (Jn 1, 14).

El Papa Francisco nos dice que la virgen María nos acompaña; que ella misma entregó a Dios su desconcierto. El anuncio del ángel le daba serias razones para temer. Le proponía algo impensable, que iba más allá de sus fuerzas y que ella sola no hubiera podido manejar; habrían surgido demasiadas dificultades, problemas con la ley mosaica, con José, con las personas de su pueblo y con su gente. Todas estas son dificultades, pero no temas. María no presentó objeciones. Le fue suficiente ese no temas, le bastó la garantía de Dios.

En la escena de la Anunciación Dios nos muestra cuánto gusta llevar a cabo sus obras más extraordinarias sin ostentación alguna, en las circunstancias más sencillas y humildes. En la escena de la Anunciación María nos inspira a acoger el misterio con fe; una fe que es oscura, porque no lo entendemos, y una fe que es segura porque nos fiamos plenamente de Dios.

 
 

Entradas recientes

Ver todo

Comentarios


© 2019 Carmelitas Descalzos de la Provincia de San Joaquín de Navarra

  • Facebook Black Round
bottom of page