Así que Jesús dijo a los Doce: ¿También vosotros queréis marcharos? Simón Pedro le contestó: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.
El Evangelio de hoy es el final del capítulo sexto del Evangelio de san Juan. El capítulo comenzaba con una escena triunfal cuando, tras el milagro de panes y peces, la multitud pretendió proclamar rey a Jesús. Pero todo concluye con un gran fracaso. Jesús ha dicho cosas tan extrañas como: Mi carne es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida. Son palabras inaceptables para la gente. Así que, desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con Él.
Es un momento de crisis ante el cual Jesús no se altera. No da marcha atrás, ni intenta dulcificar sus palabras. Sí que se le ocurre preguntar a los pocos que se han quedado con Él: ¿También vosotros queréis marcharos? Jesús, al verse solo con unos poquitos, da un suspiro de alivio. Lo ha pasado mal cuando la multitud intentó hacerle rey.
Éste es un momento oportuno para nosotros, para aprender a afrontar la crisis religiosa que nos está tocando vivir. Muchos han abandonado la práctica religiosa y nuestra Iglesia no goza de la posición de privilegio de tiempos pasados. Tampoco nosotros debemos alterarnos ante la crisis.
Entendamos que para un no creyente nuestra fe en la Eucaristía resulta absurda: ¿Dios en un pedazo de pan? Más radicalmente ridícula resulta nuestra fe en la Encarnación, porque ¿a quién se le ocurre creer que Dios puede hacerse hombre en el seno de una mujer? Nosotros, como Jesús, no nos alteremos. También la crisis de hoy es cosa positiva, ya que los pocos que seguimos a Jesús lo hacemos de manera más auténtica.
¿También vosotros queréis marcharos? Sería bueno y saludable que escuchásemos esta pregunta como dirigida a cada uno de nosotros. ¿Por qué continúo yo acudiendo a la iglesia cuando tantos otros se han ido? ¿Es por la inercia de la costumbre, o es por convencimiento personal y el empeño en fortalecer mi comunión con la persona de Jesús?
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