¿Pensáis que aquellos galileos, dado que sufrieron aquello, eran más pecadores que los demás galileos?
Por aquel entonces, era cosa aceptada comúnmente que las desgracias de la vida eran castigo de Dios. Hoy en día, esta mentalidad, aunque no tan universal, sigue presente en muchos. Hoy Jesús trata de desautorizar esta forma de pensar tan ajena al Dios de Jesús, el Dios de la misericordia, el Dios que es Amor. Como dice San Juan, no cabe temor en el amor, antes bien, el amor pleno expulsa el temor, porque el temor entraña castigo; quien teme no ha alcanzado la plenitud en el amor (1 Jn 4, 18).
Llevo tres años viniendo a buscar fruta en esta higuera y no la hallo. Córtala, que encima está esquilmando el terreno.
La parábola de la higuera estéril es la parábola de la paciencia de Dios: Pensad que la paciencia de Dios con vosotros es para vuestra salvación (2 P 3, 15). Son tres años que el dueño de la viña se acerca a la higuera en busca de higos y no los encuentra: La higuera es un símbolo de quien vive para sí mismo, incapaz de dirigir su mirada y su corazón a aquellos que están cerca de él (Papa Francisco).
Tanto el dueño de la viña como el trabajador saben cómo acabará la cosa; y que el año próximo se repetirá la escena. La parábola es una buena ilustración de las palabras de San Pablo: Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (Rm 5, 20). Y también: Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos amó, estando nosotros muertos por nuestros pecados, nos vivificó juntamente con Cristo –¡de balde os han salvado! (Ef 2, 4-5).
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