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26/12/2024 San Esteban (Mt 10, 17-22)

  • Foto del escritor: Angel Santesteban
    Angel Santesteban
  • 25 dic 2024
  • 2 Min. de lectura

El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán.

Es lo que nos ha dicho la primera lectura con el relato de la muerte de Esteban a manos de sus hermanos judíos: Los testigos dejaron sus capas a los pies de un joven llamado Saulo y se pusieron a apedrear a Esteban.

Puede parecer de mal gusto celebrar el martirio de Esteban justo después de la entrañable fiesta de Navidad. La fiesta de hoy nos muestra la otra cara de la Navidad; nos advierte de que no podemos vivir la Navidad como una evasión, sino que nos debe ayudar a sumergirnos en las más crudas realidades humanas. Realidades que, de una u otra manera, a todos nos toca vivir. Acercarnos al pesebre de Belén es apostar por afrontar todos los acontecimientos de la vida, los agradables y los penosos. 

 

Lo normal será que los sufrimientos más amargos nos los procuren, tal como dice Jesús, los de nuestra propia casa: los hermanos entregarán a sus hermanos. Según los estudiosos de la Biblia, Esteban fue perseguido por envidia. El libro de los Hechos de los Apóstoles nos dice: Se presentaron algunos de la sinagoga, pero no eran capaces de enfrentarse a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba Esteban (6, 9-10). Algo parecido sucedió a Pablo, traicionado por los suyos; lo cuenta él mismo en su segunda carta a Timoteo: Todos me desampararon (2 Tim 4, 16).

 

Debemos tener claro, también en Navidad, que la cruz está siempre en el horizonte de nuestro camino. Si ayer, Navidad, todo era luz y alegría, hoy, san Esteban, todo es cruz y muerte. Todo forma parte de la vida del cristiano.

 
 
 

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