27/05/2025 Martes 6º de Pascua (Jn 16, 5-11)
- Angel Santesteban
- 26 may
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Ahora me vuelvo al que me envió y nadie me pregunta adónde voy.
Los discípulos están confusos; ni entienden, ni piden explicaciones. Están también tristes porque comienzan a vislumbrar que lo de Jesús tiene poco que ver con sus sueños de gloria terrena.
Os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya. Si no me voy, no vendrá a vosotros el Valedor; si me voy, os lo enviaré.
Trata de mitigar la tristeza de los discípulos, haciéndoles ver la necesidad de su partida. Pero, por ahora al menos, no son capaces de entender la necesidad de ese misterioso Valedor. Lo entenderán cuando vean y crean al Crucificado-Resucitado. Entonces, el Valedor, el Espíritu Santo que enviará el Padre en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que os dije (Jn 14, 26).
El príncipe de este mundo está sentenciado.
Repite lo dicho poco antes: El príncipe de este mundo será expulsado (Jn 12, 31). El Evangelista lo proclamaba en el prólogo de su Evangelio: La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la vencieron (Jn 1, 5). Jesús se lo anunciaba a los discípulos: Estaba viendo a Satanás caer como un rayo del cielo (Lc 10, 18). Ya lo había pregonado en público: Si llega uno más fuerte y le vence, le quita las armas en que confiaba y reparte sus bienes (Lc 11, 22). El discurso de la última cena concluirá así: Tened confianza, yo he vencido al mundo (16, 33).
Los males que nos afectan no son definitivos. La última palabra es la del Padre que nos ama tanto que nos ha dado a su Hijo, y su voluntad es que no pierda nada de lo que Él me ha dado (Jn 6, 39).
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