No echéis lo santo a los perros, no echéis vuestras perlas a los puercos, no sea que las pisoteen y después se revuelvan para destrozaros.
Es una seria recomendación que Jesús hace a sus discípulos antes de concluir el sermón de la montaña; la recomendación vale para nosotros también. Ante personas con ánimos hostiles al Evangelio, mejor callar y proclamarlo con nuestra vida. El buen discernimiento, como el pan, es algo que hemos de pedir cada día. No siempre y no en cualquier lugar se puede decir cualquier cosa, por santa que sea. Cuando los habitantes de Gerasa, territorio de puercos, pidieron educadamente a Jesús que se alejase, Él se marchó sin protestar (Mc 5, 17).
Entrad por la puerta estrecha; porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella.
Tenemos una tendencia fuerte a entrar por las puertas muy anchas y muy transitadas de la comodidad y del egocentrismo. Entramos por la puerta estrecha cuando nos negamos a entrar por esas puertas que conducen a la dispersión y al desconcierto. Pero no pensemos que al hablar de puerta estrecha Jesús está pensando en las leyes o en la ética; está pensando en su persona: Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto (Jn 10, 9).
El Papa Francisco pregunta: ¿Sois cristianos de etiqueta o de verdad? Seamos cristianos de verdad, de corazón. Ser cristiano es vivir y testimoniar la fe en la oración, en las obras de caridad, en la promoción de la justicia, en hacer el bien. Por la puerta estrecha que es Cristo debe pasar toda nuestra vida.
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