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28/08/2020 San Agustín (Mt 25, 1-13)

Entonces el reinado de Dios será como diez muchachas que salieron con sus lámparas a recibir al novio.

Jesús insiste mucho en lo de la vigilancia y en el estar preparados de modo que cuando Él llegue nos tome consigo y estemos donde Él está (Jn 14 3). Para esto no basta con tener las lámparas encendidas; es necesario tener una reserva de aceite por si el novio se demora. Todos los creyentes tenemos la lámpara de la fe. Pero ¿estamos preparados también con el aceite de reserva? ¿Qué significa este aceite extra?

Significa que necesitamos hábitos que en toda circunstancia, también por ejemplo a lo largo de las vacaciones, mantengan saludables nuestra relación con Dios y con los prójimos. Hábitos como el de la oración con la Palabra de Dios, la Eucaristía, la cuidadosa atención a quienes tenemos cerca… Necesitamos no depender demasiado de la rutina del día a día; que cuando esa rutina se rompa, nuestra interioridad no sufra.

Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron.

Todas, sensatas y necias, se durmieron. O sea que la sensatez no consiste en no dormirse, sino en tener reserva de aceite. Está sin reserva de aceite quien vive un cristianismo sin Jesús. Quien hace las cosas porque se tienen que hacer o porque así se han hecho siempre. Puede ser un cristiano de muchas devociones, pero devociones que no llevan a Jesús. Necesitamos dedicar espacio a la interioridad para robustecer y personalizar la adhesión a Jesús.

Dice el Papa Francisco que para ser como las muchachas sensatas necesitamos no dar nada por sabido, estar atentos a lo más pequeño cotidiano, cultivar la actitud de sorpresa y abrirnos a planteamientos nuevos para crear futuro con Jesús.

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