Herodes se enteró de todo lo sucedido y estaba desconcertado.
¿Quién es este Herodes? Es Herodes Antipas, hijo de aquel Herodes el Grande de los Inocentes. Marcos se muestra sorprendentemente benévolo con Antipas: Herodes respetaba a Juan. Sabiendo que era hombre honrado y santo, lo protegía; hacía muchas cosas aconsejado por él y lo escuchaba con agrado (Mc 6, 20). A pesar de su buen fondo, y esto es algo habitual en la naturaleza humana, las circunstancias le van conduciendo al crimen y al entumecimiento de conciencia. Herodes es un buen representante de la semilla que cae en tierra buena pero es ahogada por los abrojos que no se supo erradicar a tiempo. Se comienza con pequeños deslices; se acaba con grandes descalabros.
Se enteró de todo lo sucedido. Lo último y lo más extraordinario, la resurrección de la hija de Jairo, un hecho que se divulgó por toda la región (Mt 9, 26). Entonces, también Herodes se hace la gran pregunta:
¿Quién es éste?
Es la pregunta que se hace todo el mundo; también los discípulos: ¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen? (Mt 8, 27). Es la pregunta que Jesús nos hace a quienes nos decimos cristianos: Y vosotros. ¿quién decís que soy yo? (Mt 16, 15). La mayoría de los buenos cristianos de cristiandad no eran capaces de responder a esta pregunta si no era con respuestas del catecismo aprendidas de memoria. Pero el Jesús de una fe personalizada es mucho más que eso. Es mucho más que un maestro de ética. Es mucho más que cualquiera de los profetas anteriores o posteriores a Él… El Papa Francisco dice que, no se puede conocer a Jesús sin involucrarse con Él, sin apostar la vida por Él.
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