Entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del Hombre lo van a entregar en manos de los hombres.
De entre todos los anuncios de su pasión y muerte, éste resulta especial ya que tiene lugar en un ambiente de éxito y popularidad: entre la admiración de la gente. Jesús no quiere que los suyos perdamos en ningún momento la perspectiva de la cruz: Meteos bien esto en la cabeza. Lo intentará a lo largo de todo el tiempo que esté con ellos; pero no lo conseguirá. Es que lo que Él dice tiene tan poco que ver con lo que ellos esperan que les estaba velado su sentido de modo que no lo comprendían.
También a nosotros nos resulta complicado el discurso de la cruz. ¡Qué difícil asimilar eso de que perdiendo, ganamos; y que fracasando, triunfamos! Muy difícil. Jesús lo sabe. Y tiene paciencia. Y deja la tarea en manos del Espíritu: El Espíritu Santo os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho (Jn 14, 26). Cuando venga Él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad completa (Jn 16, 13).
No se atrevían a hacerle preguntas respecto a esto.
Tienen miedo de preguntar. Prefieren ignorar la verdad. La verdad de la cruz es incómoda; además, compromete. San Pablo aprendió bien la ciencia de la cruz: Nosotros predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos, locura para los gentiles; mas, para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1, 23-24).
Comments