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28/10/2020 Santos Simón y Judas, Apóstoles (Lc 6, 12-19)

Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles.

Ha pasado la noche entera en oración. Así se prepara para la elección de los Doce. A juzgar por lo que los Evangelios nos dicen sobre ellos, se diría que su oración no fue especialmente exitosa: ¡Qué necios y torpes para creer cuanto dijeron los profetas! (Lc 24, 25). Pero es que en el Reino de Dios no encaja lo exitoso.

Los dos apóstoles que celebramos hoy, Simón y Judas, aparecen juntos en las cuatro listas de los Doce: en Mateo, en Marcos, en Lucas y en Hechos. Apenas sabemos nada sobre ellos. Sobre Simón, que le apodaban el Zelota, no sabemos por qué. Judas interviene una vez en el Evangelio: Señor, ¿cuál es la razón de manifestarte sólo a nosotros y no al mundo? (Jn 14, 22). Buena pregunta. Judas no debió quedar satisfecho con la respuesta de Jesús. Habría preferido que Jesús hubiese respondido con mayor sencillez. Que hubiese dicho, por ejemplo, que porque así le place al Padre.

Simón y Judas representan el anonimato del discipulado y del apostolado. Nos gustaría saber más sobre ellos; sobre su pasado, su futuro, su personalidad… Pero sabemos lo esencial: sabemos que Jesús les llamó, como a nosotros; que le siguieron y convivieron con Él, como nosotros; que pertenecieron al grupito de privilegiados a quienes Jesús, tomándoles aparte, les dijo (y lo sigue diciendo): ¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron (Lc 10, 23-24).

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