28/12/2024 Los Santos Inocentes (Mt 2, 13-18)
- Angel Santesteban
- 27 dic 2024
- 2 Min. de lectura
Herodes mandó matar a todos los niños menores de dos años que vivían en Belén y sus alrededores.
La venida de Jesús al mundo estuvo acompañada de grandes y penosos inconvenientes. Que nos lo digan José y María a propósito de aquel inexplicable embarazo. Hoy nos lo dicen las madres de los niños asesinados por Herodes. La vida de Jesús estuvo marcada por la hostilidad. A la ternura de Belén se enfrentan las ambiciones y crueldades de los poderosos de turno. La Navidad es subversiva para quienes veneran los ídolos del mundo. Por eso tratan de eliminar la palabra del diccionario.
Por otra parte, Herodes encarna bien el misterio del mal que todos llevamos dentro. Si tenemos la sensatez de aceptar esta realidad, entonces nos abriremos más fácilmente a Dios, el único que puede liberarnos de nuestros enemigos. Somos Herodes cuando la violencia se adueña de nosotros y perdemos el control. Pero cuando conseguimos desterrar la violencia y la agresividad, nos convertimos en una bendición para quienes tenemos cerca.
Jesús nos pide hacer violencia a la violencia. Y, con la violencia, a nuestros más tenaces enemigos; esos que llevamos dentro, y que son capaces de destruirnos y de destruir a los que tenemos cerca.
Hoy celebramos a los Santos Inocentes. Nosotros, perdida la primera inocencia, no lloramos por eso. Al fin y al cabo, Dios devuelve la inocencia a quien la ha perdido, y la segunda inocencia es mejor que la primera ya que, ¿qué puede saber de salvación quien no sabe de pecado? ¿Quién puede estar cerca del Salvador si vive convencido de no necesitarle?
Ante toda matanza de inocentes podemos reaccionar rasgándonos las vestiduras al estilo fariseo, o podemos reaccionar aceptando en fe el misterio de la cruz.
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