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30/09/2023 San Jerónimo (Lc 9, 43b-45)

Todos se admiraban de lo que hacía.

La frase anterior dice: Quedaron atónitos ante la grandeza de Dios; atónitos al ver el milagro de la liberación del muchacho endemoniado. Al comienzo de la vida pública de Jesús, ya había comentado el Evangelista: Iba enseñando en las sinagogas alabado por todos (Lc 4, 15). Hay momentos en que el éxito y la popularidad acompañan a Jesús y su comitiva. Precisamente en uno de esos momentos es cuando Jesús anuncia a los discípulos su trágico final. No es la primera vez que lo hace:

Prestad atención a estas palabras: este Hombre será entregado en manos de hombres.

Ellos no entienden. Tampoco piden explicaciones. Otras veces, como cuando no entienden una parábola, sí lo han hecho (Lc 8, 9). Ahora tienen miedo; ni entienden, ni quieren entenderlo: No se atrevían a hacerle preguntas respecto a esto.

A todos nos encantaría que todo fuera fácil y agradable: una vida sin dolor, sin contrariedades. ¡Nos cuesta tanto aprender la ciencia de la cruz! ¡Nos cuesta tanto entender que la cruz es la suprema manifestación del amor!

Pablo es una gran maestro de la ciencia de la cruz:

- Nosotros anunciamos un Mesías crucificado escándalo para los judíos, locura para los paganos (1 Cor 1, 23).

- Entre vosotros decidí no saber otra cosa que Jesucristo, y éste crucificado (1 Cor 2, 2).

- He quedado crucificado con el Mesías, y ya no vivo yo, sino que el Mesías vive en mí (Gal 2, 20).

- En cuanto a mí, Dios me libre de gloriarme si no es de la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo (Gal 6, 14).

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