30/10/2025 Jueves 30 (Lc 13, 31-35)
- Angel Santesteban

- hace 3 horas
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Se acercaron algunos fariseos y le dijeron: Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte.
Llegado el momento oportuno, Jesús se había afirmado en su voluntad de ir a Jerusalén y se había puesto en camino (Lc 9, 51). Jesús incomodaba a la autoridad; tanto la política como la religiosa. Pero ni Herodes ni fariseos harán flaquear su determinación de culminar su misión de exhibir en la cruz el amor desatinado de Dios al mundo.
¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido!
La Palabra de Dios es pródiga en imágenes cargadas de ternura para expresar la relación de Dios con sus criaturas. La de la gallina nos hace evocar la del águila: Como el águila incita a su nidada, revoloteando sobre los polluelos, así extendió sus alas, los tomó y los llevó sobre sus plumas (Deut 32, 11). Sabernos cobijados bajo las alas de Abbá nos garantiza la vida en abundancia que Él quiere para todos (Jn 10, 10). A Jesús se le rompe el alma ante la dureza de corazón de su pueblo.
Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Podríamos entender esto como un anticipo de lo que sucederá cuando entre en Jerusalén y la gente le aclame con estas mismas palabras (Lc 19, 38). Podríamos entenderlo también como un anticipo de su llegada definitiva al final de los tiempos cuando, como dice Pablo, al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es el SEÑOR para gloria de Dios Padre (Flp 2, 10-11).
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