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31/07/2023 San Ignacio de Loyola (Mt 13, 31-35)

El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza…; se parece a la levadura que toma una mujer y la mete en tres medidas de harina hasta que todo fermenta.

No son dos imágenes especialmente impactantes para quienes escuchaban a Jesús; aquellos judíos esperaban una llegada apoteósica del reino de los cielos. La semilla de la mostaza es del tamaño de la cabeza de un alfiler y la levadura es una cantidad inapreciable si comparada con la masa que está supuesta a fermentar.

Dios ha querido que todo lo referente al reino de los cielos sea pequeño y pase inadvertido. El gran misterio de la Encarnación es un buen ejemplo, desde la concepción del Hijo de Dios en el vientre de María, hasta su nacimiento en Belén. Por eso la señal de identidad de quienes formamos parte del reino debe ser el valor que damos a lo insignificante y lo cotidiano.

Santa Teresa de Lisieux escribe: Lo que le agrada a Dios es verme amar mi pequeñez y mi pobreza; es la esperanza ciega que tengo en su misericordia. Ése es mi único tesoro. Para amar a Jesús, cuanto más débil se es, sin deseos ni virtudes, tanto más cerca se está de las operaciones de este amor consumidor y transformante.

Y el Papa Francisco: Así es el reino de Dios: una realidad humanamente pequeña, aparentemente irrelevante. Para entrar a ser parte es necesario ser pobres en el corazón; no confiarse en las propias capacidades sino en la potencia del amor de Dios; no actuar para ser importantes a los ojos del mundo, sino preciosos a los ojos de Dios, que tiene predilección por los sencillos y humildes.

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José María Ustárroz Cuadra
José María Ustárroz Cuadra
Jul 31, 2023

Buenos días Señor, yo sé que mi fe es mucho más pequeña que un granito de mostaza, pero confío en Ti, y eso me basta. Yo no puedo ofrecerte nada: ni mi fuerza ni mi fidelidad al riego. Te pido, Señor, que no dejes que se seque mi semilla. A mí me gustaría que se convirtiera en un gran árbol donde aniden los pájaros y descansen tus ángeles. Si Tú quieres puedes regar en abundancia mi granito de mostaza y al mundo entero porque está seco, muy seco, y yo quiero colaborar con mis pocas fuerzas y con mi pequeñez a llevar el cántaro Contigo.

¡Gloria a Dios!

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