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01/01/2021 Santa María, Madre de Dios (Lc 2, 16-21)

Los pastores fueron a toda prisa y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.

Leíamos este Evangelio el día de Navidad. Entonces poníamos los ojos en el niño. Hoy, día de la Madre de Dios Santa María, y primer día del año, y día de la paz, se nos invita a poner los ojos en la Madre: la Madre de Dios porque Madre de Jesús. Lo repetimos siempre que rezamos el Ave María.

El Evangelista Juan es modelo de la más primorosa devoción a María. El Señor, desde la cruz, le había encomendado a su Madre: Ahí tienes a tu Madre (Jn 19, 27). Precisamente por eso, nunca usará su nombre. Tampoco la llamará nunca Madre de Dios. Siempre que hable de ella la llamará LA MADRE DE JESÚS. Para Juan, decir Jesús es más verdadero y más gratificante que decir Dios. Si al rezar el Avemaría en privado decido hacerlo así: Santa María, Madre de Jesús; ¿me agrada o me incomoda? Vale la pena intentarlo. Es bueno y saludable probar la madurez de mi devoción y de mi fe. De no hacerlo podría sentirme muy devoto de María, pero pertenecer a la categoría de DEVOCIONES A BOBAS de las que habla Santa Teresa: Nunca fui amiga de otras devociones que hacen algunas personas, en especial mujeres, con ceremonias que yo no podía sufrir y a ellas les hacía devoción. El hacerlo, sería un pasito en el proceso de maduración de la fe.

Ahí tienes a tu Madre.

Situémonos cerca de María y Juan, junto a la cruz de Jesús, y acojamos con gratitud estas palabras de Jesús como dirigidas a nosotros. Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) escribe: Jesús ha vinculado a una mujer tanto como a ningún otro ser humano, y la ha configurado tanto a su imagen como a ningún otro ser antes o después.

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