01/01/2025 Santa María, Madre de Dios (Lc 2, 16-21)
- Angel Santesteban
- 31 dic 2024
- 2 Min. de lectura
Fueron aprisa y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre… María lo conservaba y meditaba todo en su corazón.
En este primer día del año, el Evangelio quiere infundir en nosotros una actitud de alabanza y de agradecimiento poniendo ante nuestros ojos a los pastores de Belén que se volvieron glorificando a Dios por todo lo que habían oído y visto; aunque la verdad es que aquellos pastores no vieron nada especialmente espectacular. El Evangelio quiere también infundir en nosotros, poniendo ante nuestros ojos a María, su misma actitud de acogida: ella lo conservaba y meditaba todo en su corazón. ¡Todo! Lo que entendía y lo que no entendía. María nos enseña a vivirlo todo con corazón contemplativo, sin dejarnos arrastrar por las prisas o la superficialidad. Alabanza y agradecimiento y acogida; es un magnífico programa de vida para el año que comienza.
María vive el gran misterio en un silencio activo. En ese silencio encontramos admiración, estupor; encontramos, sobre todo, disponibilidad. Ese silencio afina la capacidad de percepción para vivir siempre atentos a lo que los más cercanos prójimos pueden necesitar.
Hoy, primer día del nuevo año, celebramos la fiesta de la Madre de Jesús. Pongamos los ojos en ella y tratemos de sintonizar íntimamente con ella. Y, contemplándola, podemos preguntarnos cómo vivimos la Navidad. Que no la vivamos como cristianos viejos acartonados por la rutina, incapaces del asombro o del estupor ante la grandiosidad de lo que celebramos. Que haya en nosotros la alegría y la animación de los pastores. Que no vivamos la Navidad de forma descafeinada e insulsa, sin sentirnos sacudidos por la grandiosidad de lo sucedido en Belén. Que imitemos la respuesta callada y profunda de María ante la enormidad del amor de Dios que se hace como uno de nosotros por puro amor.
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