01/10/2025 Sana Teresa del Niño Jesús (Mt 18, 1-4)
- Angel Santesteban

- 30 sept
- 2 Min. de lectura
Yo os aseguro que si no cambiáis y os hacéis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos.
Así que cuando cambiamos y nos hacemos como niños entramos en el Reino de los Cielos; sin esperar al más allá. La confianza plena, como la del niño en papá y mamá, libera de todo temor y nos introduce en la gloriosa libertad de los hijos de Dios (Rm 8, 21). Como dice Teresita, quien sigue el camino de la confianza no piensa en lo que pueda ocurrir en el futuro; eso sería faltar a la confianza. Si sabemos que estamos en las mejores manos, en las de un Padre que nos ama sin límites, eso será verdad pase lo que pase; saldremos adelante más allá de lo que ocurra y, de un modo u otro, se cumplirá en nuestras vidas su proyecto de amor y de plenitud.
Resulta sorprendente ver cómo el Espíritu de Jesús aparta a Teresita de la espiritualidad sombría y triste del cristianismo de su tiempo centrada en la propia perfección y salvación. Y cómo la conduce a la espiritualidad luminosa y gozosa centrada en Jesús. A su hermana Celina le escribe: Lo único que hay que hacer es amarle sin examinar demasiado los propios defectos.
Resulta sorprendente ver cómo Teresita adquiere pronto un criterio evangélico muy poco común en su época. Por eso se lamenta de las predicaciones lúgubres de unos ejercicios espirituales: Lo que nos ha predicado ha sido horrible; nos ha hablado del pecado mortal, del juicio, de la necesidad de hacer una buena confesión.
Resulta sorprendente ver cómo Teresita sabe a dónde acudir para encontrar la verdadera fuente de su interioridad, sin haber sido adoctrinada en ese sentido. Escribe: Lo que me sustenta durante la oración, por encima de todo, es el Evangelio. Así es como llega a decir: No somos santos que lloramos nuestros pecados; nosotros nos alegramos de que nuestros pecados sirvan para glorificar la misericordia de Dios.
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