01/11/2023 Todos los Santos (Mt 5, 1-12)
- Angel Santesteban
- 31 oct 2023
- 2 Min. de lectura
Dichosos los pobres de corazón, porque el reinado de Dios les pertenece.
Son las primeras palabras del pregón del reinado de Dios. Jesús, al ver a la multitud, sube al monte y, sentado sobre el monte, se dirige a toda la humanidad.
Las Bienaventuranzas son a Jesús lo que los mandamientos a Moisés. Si éstos fueron promulgados desde el monte de Moisés para ser observados, aquellas son proclamadas desde el monte de Jesús para ser vividas. Si los mandamientos son normas de conducta a ser observadas, las Bienaventuranzas son dones del Espíritu a ser pedidos y disfrutados.
Con la proclamación del pregón de reinado de Dios celebramos esta fiesta de Todos los Santos. No es suficiente celebrar a lo largo del año litúrgico la memoria de unos pocos reconocidos oficialmente como tales. Esta fiesta de hoy nos invita a celebrar, como dice la primera lectura, una muchedumbre inmensa que nadie podría contar de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas (Apo 7, 9). Sin duda que, dentro de esa muchedumbre inmensa, cada uno de nosotros tenemos nuestros santos favoritos: padres, abuelos, amigos… Con ellos practicamos gozosamente a diario la comunión de los santos de la forma más íntima y entrañable.
La fiesta de Todos los Santos nos invita a sondear la universalidad del amor, de la gratuidad, de la salvación. Al fin y al cabo, si todo es gracia o don, también la santidad lo es. Que la santidad, en el fondo, no es otra cosa que el amor de Abbá por todos y cada uno de sus hijos. San Juan, en la segunda lectura, nos ha invitado a asimilar plenamente la realidad de ese amor tan grande que el Padre nos ha mostrado (1 Jn 3, 1).
Ese amor hará que, al final de los tiempos, vivamos la plenitud del reinado de Dios. San Pablo dice que ese amor de Abbá por sus hijos hará que, en la plenitud de los tiempos, todo tenga a Cristo por cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra (Ef 1, 10).
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