Jesús les respondió: no hace falta que vayan; dadles vosotros de comer.
La multitud no permite que Jesús se les vaya y le han seguido a un paraje despoblado. Al atardecer los discípulos, con mucho sentido común, sugieren a Jesús que despida a la multitud para que vayan a las aldeas y se procuren algo de comer. Pero Jesús les pone a prueba: Dadles vosotros de comer. Es la lógica divina del compartir, ante la lógica humana del comprar.
Tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente.
Desde siempre, los cristianos hemos visto en esta acción un anticipo de la Eucaristía. Participar en la Eucaristía significa entrar en la lógica de Jesús, la lógica de la gratuidad, de la fraternidad (Papa Francisco). Participar en la Eucaristía significa también contar siempre con Dios alzando la mirada al cielo, como Jesús, y bendiciendo su nombre. Y contar con los demás, haciendo que también ellos se sientan protagonistas en la tarea de salvación, quizá perdiendo eficacia, pero ganando fraternidad. Ellos se sienten importantes; primero han puesto de su parte los cinco panes y los dos peces, y luego han ayudado a distribuirlos entre la gente.
Los creyentes debemos aprender a vivir toda situación, también la más complicada, como prueba de fe y de disponibilidad. ¿Quizá me avergüenzo de lo poco que tengo? Lo que importa es la disponibilidad para compartir eso poco: Traédmelos. Es ahí donde el milagro comienza: Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras.
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