03/03/2023 Viernes 1 de Cuaresma (Mt 5, 20-26)
- Angel Santesteban
- 2 mar 2023
- 2 Min. de lectura
Si no sois mejores que los escribas y fariseos no entraréis en el reino de los cielos.
Suele decirse que cuando uno repite y repite una mentira, acaba convencido de decir una verdad. Sucedía con aquellos escribas y fariseos de vida mentirosa; vida atenta a lo externo y a lo aparentoso. Sucede con quienes se dejan llevar por formalidades y fachadas. Jesús pide a sus seguidores vivir a niveles menos superficiales y más auténticos. Nada de contentarnos con mínimos legales. Nosotros, como Él, hemos de estar inspirados por la ley de lo máximo: Amaos como yo os he amado.
Si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano.
A una persona de talante fariseo le parece suficiente con observar las leyes y con no hacer daño a nadie; cosa absolutamente insuficiente para una persona de talante evangélico. Porque Jesús es muy exigente; nada menos que, amaos como yo os he amado.
San Juan explica bien las palabras del Evangelio de hoy: Quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve (1 Jn 4, 20). Lo más grande y sublime de la vida, el amor de Dios, se pone de manifiesto en detalles aparentemente insignificantes: el ser amable, el ser agradecido, el ser perdonador… De nada sirven las devociones divinas cuando fallan las humanas. No hay mejor garantía de vivir reconciliado con Dios que la de vivir reconciliado con los hermanos.
Es necesario tenerlo siempre presente: lo primero, el sacramento del hermano; lo segundo, el sacramento del altar.
Comentarios