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03/06/2021 San Carlos Luanga y compañeros (Mc 12, 28b-34)

El más importante es: Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es uno solo. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón… El segundo es: Amarás al prójimo como a ti mismo. No hay precepto mayor que éstos.

Así, citando el Antiguo Testamento, responde Jesús al maestro de la ley que quiere saber cuál es el más importante de todos los mandamientos. Más adelante, en la intimidad de la última cena, Jesús simplificará la cosa y dirá a los discípulos: Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os amé (Jn 15, 12).

Las personas piadosas solemos poner más énfasis en lo de amar a Dios sobre todas las cosas. Jesús pone todo el énfasis en lo de amar al prójimo como Él nos ha amado. Así lo entendieron y vivieron quienes mejor sintonizaron con Jesús. Como San Pablo: El que ama al prójimo ha cumplido la ley. La cariad es, por tanto, la ley en su plenitud (Rm 13, 8-10). Como San Juan: Quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve (1 Jn 4, 20).

No pongamos todos los mandamientos al mismo nivel; tampoco equivoquemos prioridades. Lo primero es lo primero. Y lo primero es el amor al prójimo expresado en el perdón, la tolerancia, la comprensión, la benevolencia. Nunca nos está permitido matar en nombre de Dios; ni en sentido literal ni en sentido figurado; ni de palabra ni de obra.

Tener a Dios encarnado, Jesús de Nazaret, el Jesús de los Evangelios, como referente de vida me ayuda a ver un hermano en todo ser humano. Y me ayuda a amar con un amor libre de adherencias que parecen pero no son amor.

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